Lecuona y Hernández
1978, Santander, Garachico, España

Por un lado Lecuona y Hernández están muy interesados en el proceso de construcción de las imágenes, en cómo aportar fisicidad, cuerpo y materialidad, a un conjunto de abstracciones que conforman nuestro imaginario histórico, social y cultural.

Para ellos es fundamental entender cómo construir una imagen que sea vigente, que se actualice según se vea afectada por las claves culturales del contexto en el que se inscribe en ese momento. Por este motivo están constantemente revisando y revisitando su propia obra y por ello les interesa tanto el site specific, porque la obra en un contexto específico siempre les reta y se manifiesta como un proceso continuo y vivo.

De alguna manera, en su relación con las imágenes, buscan continuamente su otro lado, la bambalina y el andamiaje; lo que permite que la imagen se sostenga.

Por otro lado, entre sus intereses más evidentes está mantener la vigencia de nuestra memoria pictórica, amplificar y redimensionar la pintura, arrancándola del marco, del lienzo y liberándola del bastidor, para insertarla en un proceso de materialización y desmaterialización continuos. Quieren hablar de lo pregnante, de la tensión pictórica, de cómo se construye la mirada.

Para esta pareja de artistas es fundamental participar en la construcción física de las piezas, que siempre tienen un componente performativo y explorar los distintos medios y formas con las que “cocinar” el arte bajo una firme voluntad experimental. De ahí también que se deslicen sin pudor por cualquier tipo de medio artístico sea instalación, performance, vídeo, etc. y que incluso se manifiesten artísticamente como eventuales curadores de arte contemporáneo o diseñadores de mobiliario, entendiendo la labor del artista como la de un productor de relaciones y vivencias en un campo siempre expandido y siempre poroso.